viernes, 10 de diciembre de 2010

Aldea Universitaria Dr. Carlos Arocha Luna de la Misión Sucre.




“Estamos convencidos de que el momento histórico de América Latina exige de sus profesionales una seria reflexión sobre su realidad, que se transforma rápidamente, de la cual resulte su inserción en ella. Inserción que, siendo crítica, es compromiso verdadero.
Compromiso con los destinos del país.
Compromiso con su pueblo.
Con el hombre concreto.
Compromiso con el ser más de este hombre.”


Paulo Freire



El 24 de Julio del año en curso se realizó en las instalaciones de la Aldea Universitaria Dr. Carlos Arocha Luna, en la localidad de La Estrella de la ciudad de Charallave en el Estado Bolivariano de Miranda, la II Jornada de Divulgación del Conocimiento de los Proyectos Socio-Comunitarios de los Programas de Formación de Grado en Estudios Jurídicos, Gestión Ambiental y Gestión Social del Desarrollo Local. Dicha jornada de divulgación del conocimiento se realizó en un tiempo en el que impera una cierta confusión sobre si estamos en la llamada Sociedad de la Información o en la del Conocimiento, sin dejar de lado lo expuesto por Eduardo Galeano en su obra, en la cual considera que vivimos en una Sociedad en Red, vale la pena indicar que la diferencia no es en absoluto superficial.
En el mismo orden de ideas el autor del presente ensayo enfatiza que la divulgación del conocimiento, la cual en lenguaje sencillo es la interpretación y popularización entre el público general (no circunscrito al ámbito académico), de la ciencia popular o ciencia del pueblo. Recordemos que la divulgación no es sinónimo de conocimiento, e igualmente la mera información en sí misma tampoco lo es; asimismo tampoco son iguales la información y la divulgación. Igualmente si la información y la divulgación no son equivalentes de conocimiento ¿cómo se produce el paso de las primeras a lo segundo?
Antes de trastornar las ideas del hipotético lector del presente ensayo en consideraciones más complejas, y embaucarse en batallas puramente parasemánticas, teóricas o conceptuales, vale la pena definir por intermedio del diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, el acto de informar como el de “dar noticia de una cosa”; en cambio el acto de divulgar se define al de “publicar, extender, poner al alcance del público una cosa”, y siguiendo el mismo orden de ideas, el acto de conocer como el de “averiguar por el ejercicio de las facultades intelectuales la naturaleza, cualidades y relaciones de las cosas”.
Lo anterior expone que de las tres actividades, la primera (la de informar), sería la más general y se ocuparía “meramente” de comunicar algo a alguien que no lo conoce; la segunda: la de divulgar, sería algo más compleja, dado que requiere un esfuerzo del comunicador por hacer comprensible la información que se transmite seguramente por ser cuestiones algo complejas cuya comprensión vale la pena facilitar con el fin de que lleguen a la gente. Pero lo cierto es que la tercera, que difiere de las dos anteriores, es en sí la tarea de conocer, en la cual hay implícito un esfuerzo discriminatorio, que debe realizar siempre el que recibe la información, el cual deberá poner en marcha “sus facultades intelectuales”.
Si bien en el acto de divulgar se requiere todo un proceso complejo por parte del que comunica (al igual que en el de informar, pero con el añadido de conllevar una mayor preocupación por ser comprendido); en el acto de conocer, el esfuerzo reside en quien recibe la información de su entorno, el cual debe adoptar una actitud crítica frente a ella, con el fin supremo de crear en cada uno de los ciudadano los mecanismos adecuados que permitan reducir a lo esencial la información, eliminando o separando el ruido inherente a todo proceso de comunicación, y convirtiendo de forma efectiva la “energía” en “trabajo”.
Asimismo se debe tener en cuenta que las personas disponen tres medios para la educación, a saber la educación formal, basada principalmente por el sistema de educación regular, es decir, escuelas, colegios y universidades; la educación no formal la cual se presenta en otros espacios diferentes a los nombrados previamente, como lo son los museos, zoológicos, parques temáticos, entre otros; y por ultimo pero no menos importante, la educación informal.
La educación informal traducida en los procesos de aprendizaje que tienen lugar en cualquier sitio, incluyéndose programas divulgativos presentes en medios de comunicación, como periódicos, suplementos, televisión, radio e internet. Todo lo anterior se estructura en un marco de referencia en el mismo instante al hablar de divulgación del conocimiento para potenciar el desarrollo del espíritu crítico, y éste se convierta en uno de los mejores instrumentos de los que puede dotarse al ser humano para conseguir que en el vasto océano de la información que nos llega, seamos capaces de seleccionar con cierta efectividad aquellos datos que sí son realmente relevantes.
Por todo lo anterior y estableciendo como principio que la Aldea Universitaria es el espacio de concreción de la Misión Sucre, los cuales trascienden el concepto de campus, al concepto de infraestructura, al concepto de sede, aportando en cambio a los mismo los elementos de comunidad y organización social, la operacionalización cierta de la movilización social y la instrumentalización del Estado Socialista por intermedio de la difusión del marco legal, que fomenta la participación y exhorta la integración del nuevo participante de los Programas de Formación de Grado en las comunidades.
Justamente éste nuevo participante se convierten en el enlace entre la Aldea Universitaria con la comunidad en una primera aproximación, para ello diseñó en conjunto con cada uno de los profesores asesores de la Unidad Curricular de Proyecto en los diferentes Trayectos; las estrategias de abordaje, aceptación y desarrollo de las propuestas, sin limitarse en trabajar con una receta única o estandarización del trabajo comunitario, ya que las comunidades tienen su propia identidad cultural y forma de ver las cosas. Asumiendo el compromiso de reciprocidad con la comunidad más no de manipular o influir en sus decisiones, recordando que todas las comunidades tienen sus propios representantes.

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